29 de octubre de 2009

HISTORIAS DE GATOS



Lisa se llama así por una canción de Gustavo Cerati y no es nada fiera?, sólo está bostezando. "Es increíble cómo cambian la casa y la vida cotidiana con un gato dando vueltas, maullando, pidiendo caricias y ocupando nuestras camas. Duerme toda la mañana; por la tarde juega en el jardín, y a la noche, cuando estamos en casa, se hace notar siempre. Imposible no quererla", cuenta Natalia Gómez.

Samba estaba en un campo en Arrecifes donde la dejaban morir de hambre. Sofía Thwaites quiso que cambiara su suerte y mandó la historia a Bestiario. Ahí la vieron Francisca Mela de Castro y Luis Castro y decidieron sumarla a su hogar, una casa en Constitución que comparten con Leo (perro chico, blanco y negro); los gatos Pancho y Gatito, y unos cuantos nietos. "Ya se adaptó. Juega con Leo todo el día. Panchito no le tiene tanta confianza todavía, pero por lo menos ya no la ataca", dice Mela, divertida. "Samba es cariñosa, no le conozco el ladrido. De guardiana, por ahora, nada. Anda bien con los chicos; se hace querer. Al principio me tenía miedo, pero ya no: salta, hace fiestas y me lame. Destroza un poco el césped, pero bueno? las dos cosas no se pueden tener", Sigue Mela, con filosofía. Sabe bastante de perros. Por su vida ya pasaron varios callejeros, un ovejero que rescató de cachorro de la basura, una cocker despreciada por su tutora y varios más. Samba está en buenas manos.


Eugenia Ciafardini les tenía fobia a los gatos? hasta que conoció a Rako . "Es el único que soporta todas mis locuras y me hace compañía día a día. También me parece muy inquieto y juguetón. Es muy lindo descubrir que los animales pueden brindar una amistad", asegura. Rako se destaca por ser escurridizo: duerme en cuanta bacha y bolso abierto encuentre.

"Todo comenzó en mayo de 2004 en un hotel de Carlos Paz, donde me esperaba una preciosa gata blanca instalada en el cuarto. El idilio duró siete días. Tuve que dejarla y volví a buscarla tres meses después. Llegamos en avión a Buenos Aires y, para mi sorpresa, comenzó a crecer su panza... Se agrandó la familia: tuvo cinco gatitos. Se llama Carlota Paz en honor a su ciudad de origen y es mi compañera de vida desde aquel flechazo mutuo", cuenta Natalia Merino.

Fuente: La Nación, 29/10/09


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